27 Victoria
Inglaterra en el siglo XIX era la reina de los mares. Sus líneas
mercantes rodeaban el mundo. Y muchos de estos mercantes vivían una vida de
lujo comparable a la de los nobles de ese tiempo. Uno de estos afortunados era
Donald McBean, quien vivía en una
mansión en las tierras altas de Escocia, junto con su esposa Casia O’Reilly, y su hija
Victoria.
Victoria poseía dos rasgos de la familia de su madre, su
temperamento rebelde y belicoso y una cabellera roja como el fuego. De niña Victoria
además de rebelde, fue osada y aventurera, metiéndose en todo tipo de problemas
pero saliendo de ellos con gracia tal, que parecía como si fuera la coreografía
de una obra de teatro de Shakespeare.
Cuando Victoria llego a la adolescencia, la situación empeoro
cada vez más. Victoria era muy independiente nada parecido a las mujeres de su
época. El negocio de Donald iba viento en popa pero se preocupaba porque al no
tener hijos varones que sería de su
imperio cuando el muriera. Cuando victoria quiso hacerse cargo del negocio y su
padre se negó. La vida de mar estaba vedada a las mujeres.
Ella huyo hacia Edimburgo.
La vida de la ciudad era muy diferente que la vida del campo aun
teniendo los medios económicos para sobrevivir, los cuales ahora Victoria ya no
poseía. El haber practicado todo tipo de combates mientras estaba con su padre,
le sirvió para ir sobreviviendo en la parte más pobre de la ciudad, además de
que su don para encontrar siempre la salida a sus problemas continuaba
funcionando.
Ella tendría diecinueve años y ya estaba totalmente
acostumbrada a la ciudad. La conocía como la palma de su mano. Una noche
mientras se preparaba a dormir, el edificio en el que vivía se incendio. Ella logro salir a tiempo y mientras
observaba como el edificio se consumía un hombre se le acerco. Ella no le puso mayor atención solo otro
curioso, sin embargo algo le decía que tenía que huir, volteo a ver para
examinar si había algún peligro y entonces vio al hombre que se estaba junto a
ella, era joven increíblemente hermoso y pálido como la luna, antes de que ella
pudiera hacer algo, él la mordió. Se le escapo milagrosamente y corrió de nuevo
hacia el edificio en llamas.
Corrió por los pasillos del edificio sorteando todo tipo de
obstáculos en su camino, el dolor comenzó, sentía su cuerpo arder sin embargo
las llamas no la habían tocado. Logro salir por la parte trasera del edificio y
se dirigió a los drenajes de la ciudad, allí se le acabaron las fuerzas y quedo
tirada en el suelo retorciéndose de dolor, pero sin emitir ningún sonido para
no llamar la atención.
Cuando ella despertó de la pesadilla todo había cambiado no
sentía más dolor, frio, ni hambre, a pesar de haber estado mucho tiempo sin
comer. Sin embargo la garganta le ardía como nunca, se vio reflejara en las
inmundas aguas del desagüe y estaba tan pálida como el hombre que la había
atacado y sus ojos verdes ahora eran de un rojo carmesí. También noto que su belleza había aumentado
no había ni uno solo defecto en su rostro y no tenía ninguna de las cicatrices que se había hecho
de niña mientras exploraba, todo sus sentidos estaban alerta. Subió a la ciudad
estaba atardeciendo pero los ultimo rayos del sol que dieron contra su piel la
aturdieron, su piel brillaba como si estuviera hecha de diamantes y era igual
de dura y suave. Sus sentidos habían cambiado podía sentir mil olores en el
aire, podía distinguir hasta el mas mínimo detalle de todo lo que le rodeaba.
Victoria salió de los drenajes, era media noche, y nadie andaba
por las calles. Seguía sin sentir frio dolor ni cansancio, pero la sed se
estaba volviendo insoportable se acercó a una fuente publica pero el agua no le
apetecía, ni le saciaba la sed al tomar de ella.
Entonces noto que algo se movía en la oscuridad, y logro ver
que era el mismo hombre que la había atacado. Esta vez no sintió el menor temor, pero se puso a la defensiva.
-
Cálmate, no voy a hacerte daño ahora que eres
una de nosotros. –
-
Nosotros.-
-
Sí, no ves cómo has cambiado, y ese ardor que
sientes en la garganta. –
Victoria se llevó las manos al cuello.
-
Quien eres tú. – pregunto ella.
-
La pregunta apropiada seria, que somos nosotros.
–
-
Y bien. –
-
Somos Vampiros. –
-
Vampiros.
Quiere decir que mi vida diurna se acabó. –
-
No necesariamente, solo debes de tener mucho cuidado, por eso vivo aquí, hay muchos días nublados.
–
-
Y que tal el ajo, y las cruces. –
-
Bueno eso no nos afecta, tengo mucho que
enseñarte ahora eres mi responsabilidad. –
-
Y eso. -
-
Cuando uno convierte a alguien intencionalmente
o no, se convierte tu responsabilidad, los vampiros tenemos reglas para vivir.
–
-
Mis padres lo trataron y por eso fue que hui. –
-
No puedes huir de los Volturi. –
-
Volturi. –
-
Te dije tengo mucho que enseñarte pero ahora
tenemos todo el tiempo del mundo. –
Victoria estuvo con él un par de años en los que aprendió
todo sobre ser vampiro, como desarrollar su podre latente, algunos vampiros
tenían poderes especiales y el de ella era siempre saber cuándo era hora de
escapar y cómo hacerlo. Fue así que un día se cansó de su maestro y solo huyo.
Fue entonces que Victoria regreso a la casa de su familia.
-
Eres realmente tú. – dijo el padre que ya casi
no veía,
-
Si he regresado. Y dónde está mi madre. –
-
Está durmiendo.-
-
No tenía idea de que fuera tan noche. –
Los años te trataron bien, esta hermosa. -
A los pocos días de que Victoria regresara, su madre murió,
y el dolor de su muerte mato a su padre también. Nada detenía a Victoria en este lugar así que
decidió embarcarse a América y buscar suerte allá. Para ello uso el navío más rápido de la flota
de su padre.
Los marineros sabían que tener una mujer abordo era de mala
suerte, y el viaje a América era un viaje largo, pero esta mujer era la dueña del navío. Sin embargo sus sospechas resultaron ciertas,
miembros de la tripulación empezaron a desaparecer sin dejar rastro alguno. Los
rumores empezaron y cuando la gente siguió desapareciendo decidieron amotinarse
y tirar a Victoria al mar para ver si así se libraban de la maldición.
Durante el día
Victoria se había mantenido en su camarote y solo había salido en la
tarde cuando se ponía el sol y se mantenía en cubierta viendo cómo se manejaba
el barco. En una de esas tardes cuando Victoria subió al puente la tripulación
se reunió.
-
Que pasa. –
-
Muchos miembros de la tripulación han
desparecido y creemos que es causa suya, dijo el que fungía como capitán del barco. –
-
Así. Y que es lo que han decidido hacer al
respecto.
-
La única solución arrojarla por la borda.-
-
Y porque no solo me voy en uno de los botes que
están a los costados del barco. –
-
Eso sería darle la mala suerte al que la recoja.
–
-
HMMM. Ya veo.-
Un par marinos se acercaron a ella y trataron de agarrarla.
Pero nadie pudo explicar lo que paso, los dos cayeron al suelo con el cuello
roto, pero antes de que alguno pudiera darse cuenta de que estaba pasando
Victoria recorrió el barco rompí los botes salvavidas. Y regreso al puente.
-
Ustedes no me dejaron decidir, pero yo si lo
hare. –
Todos la miraron petrificados.
-
Tiene dos opciones saltar al mar al igual que lo
que querían hacer conmigo. Morir peleando. O quedarse y esperar que lleguemos
rápido a América y alguno de ustedes puede sobre vivir. –
Eso es lo último que estaba escrito en la bitácora del
barco, nadie sabe exactamente qué fue lo que paso.
Cuando Victoria llego a América no paso mucho tiempo para
que encontrara a James, un vampiro rastreador famoso, ella se enamoró de él, y
el vio en Victoria solo un instrumento que le servía. Hay quienes dirían que James
amaba a Victoria, pero no como su pareja, era más como el amor de un amo por su
mascota. Las habilidades de Victoria para saber cuándo y cómo escapar de
cualquier situación habían sido una gran
ayuda para James, hasta aquel Fatídico momento en el que se encontraron con un
clan de vampiros civilizados. En ese momento el instinto pudo más, que lo que
ella sentía por James. Victoria escapo dejando a James. No se había alejado lo
suficiente cuando le llego el olor a humo y supo que su pareja de tantos años
había muerto.
Por varias semanas
viajo si saber qué hacer, sintiéndose culpable y sintiendo ganas de
vengarse de aquel extraño clan. En una de esas se encontró con otra vampira,
que se llamaba Eliana pero ella prefería que solo le dijeran Eli, era como ver
a una Rosalie de piel morena, su carácter sin embargo era una mezcla del
carácter de Alice, alegre y despreocupado amante de la buena ropa, pero también
un poco de Emmet, aventurero,
irreverente, bromista. Con un don
parecido al de Marco Volturi, con el
cual ella podía examinar las relaciones pasadas y presentes que una persona
tenia o había tenido.
Fue el don de Eli, el que hizo a Victoria dejar de estarse
lamentando. Ella le dijo exactamente lo que ella significaba para él y no le
gusto, viajando con Eliana también se dio cuenta que le gustaba el tipo de vida
social. Y decidió probar suerte con los
Vampiros civilizados, tal vez ellos la aceptaban o le enseñaban a vivir como
ellos, y así no pasar la eternidad solo pensando en la próxima comida. Como con
el que la convirtió o James, así que se
separaron, Eli se dirigió a Quebec, y Victoria decidió regresar a Forks.
ver cap 28
https://howardravenclaw.blogspot.com/2023/06/reboot-de-my-twilight-capitulo-28.html
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